Cómo limpiar y mantener una alfombra siempre perfecta
Artículo revisado por el Comité
Las alfombras y moquetas que se colocan en el hogar pueden durar mucho tiempo siempre que se sigan unos sencillos consejos de limpieza y se guarden correctamente durante el verano.
La limpieza general de las alfombras es relativamente sencilla, ya que basta con pasar el aspirador una vez por semana para evitar la acumulación de polvo y ácaros o, en caso de que se trate de tejidos más delicados, habrá que tenderla al aire libre y golpearla levemente.
Sin embargo, en caso de que se observe alguna mancha concreta, hay que realizar un tratamiento personalizado de acuerdo al tipo de tejido de la alfombra:
- En primer lugar lo importante es actuar con rapidez y recoger el líquido que se haya podido verter con papel absorbente para evitar que se extienda o penetre entre el tejido. Si se trata de sustancias sólidas –como, por ejemplo, la cera de una vela- se recomienda retirarla con una cuchara, pero nunca frotarla o intentar extraerla de otra forma porque podría estropearse por completo.
- Posteriormente habrá que aplicar productos específicos y especiales para cada tipo de tejido para evitar dañar la alfombra. Además, deberán tratarse siguiendo cuidadosamente las indicaciones que recomiende el fabricante y, por si acaso, es conveniente probarlos previamente en una zona poco visible.
- Por otra parte, para mantener el color como el primer día se puede esparcir sal cada quince días o una vez al mes, dejarla actuar una o dos horas y después aspirar de forma habitual.
- Para eliminar los malos olores provocados por el tabaco o la presencia de mascotas resulta muy efectivo espolvorear bicarbonato sódico sobre toda la superficie y aspirarlo tras haberlo dejado actuar durante unos minutos.
Para guardar de la mejor manera posible las alfombras que se emplean únicamente en invierno –es decir, aquellas fabricadas con lana o materiales especialmente cálidos-, conviene tener en cuenta algunas premisas básicas:
- Antes de guardarlas es importante limpiarlas a fondo por lo que se recomienda acudir a tintorerías o establecimientos especializados donde ofrezcan servicios profesionales.
- Después, la mejor opción es guardarlas enrolladas –con el revés hacia el exterior-, en bolsas con productos especiales antipolillas –es suficiente con algunas bolitas de naftalina-, y sellarlas con cinta adhesiva o cuerdas suaves. No se deben guardar nunca dobladas para evitar que aparezcan marcas o se deterioren los tejidos.
- También se recomienda guardarlas horizontalmente para evitar pliegues o un roce excesivo en los bordes.