Sácale brillo a tu suelo
Artículo revisado por el Comité
Para mantener las condiciones óptimas de todo tipo de suelos es indispensable conocer la frecuencia con la que se puede aplicar el pulido, que variará en función del tipo de material con el que haya sido construido el pavimento.
Para mantener las condiciones óptimas de todo tipo de suelos es indispensable conocer la frecuencia con la que se puede aplicar el pulido, que variará en función del tipo de material con el que haya sido construido el pavimento. Aunque en ocasiones podemos toparnos con materiales fuertes y duraderos, como sería el caso del granito, dicha característica no elimina la posibilidad de que el suelo pueda rayarse con mayor facilidad. De ahí que, en este caso y con los productos adecuados, el pulido pueda realizarse una vez a la semana. En materiales más resistentes como el mármol, la acción de abrillantar el suelo puede demorarse hasta pasado un año de la última intervención.
Para recuperar la luminosidad y el buen aspecto del pavimento recién colocado, es fundamental que se lleve a cabo un proceso de decapado, mediante el cuál se podrán recuperar las propiedades de un material que se ha visto desgastado por el paso del tiempo.
Este tratamiento consiste en el vertido de un líquido decapante que, combinado con el uso de una máquina de limpieza rotativa, permite pulir y desengrasar las áreas del suelo que han sido tratadas.
Lo que ocurre en realidad a través de este procedimiento es que el aparato consigue llegar hasta el poro de la piedra y abrirlo. Gracias a este efecto, el líquido cristalizador que se aplica después puede penetrar en el material y recuperar su brillo original. Además, una vez colocado el producto, éste funciona como capa protectora natural, por lo que pueden evitarse futuras rasgaduras o desgastes. Esta defensa contra el deterioro suele permanecer intacta durante tres o cuatro años, período tras el cuál debe volver a abrillantarse el suelo.
Una de las mejores opciones para mantener las propiedades de este pavimento natural es la de retirar el polvo a diario, lavándolo con el uso de jabones neutros que no estropeen su porosidad. No obstante, el granito también puede ser tratado a través del uso de máquinas abrillantadoras, aunque éstas deben llevar incorporadas hojas de acero inoxidable y limpiadores abrasivos. Esta acción no debe repetirse con una periodicidad inferior a un año desde la última aplicación.