Conserjería: del oficio tradicional al servicio contratado

De esta forma, además de contar con un mantenimiento exhaustivo de todas aquellas zonas que forman parte de la comunidad, se garantiza que partes como la escalera, la entrada, el jardín o los patios interiores gocen de una prestación de limpieza inmejorable.

Antiguamente, junto a las plantas bajas de todos los bloques de pisos de la gran ciudad, muchas familias que no contaban con los recursos necesarios para comprar una vivienda de tales características se afincaban en la portería. Padres, hermanos e hijos que, a modo de intercambio, convertían su casa en un puesto de trabajo, mediante el cuál debían mantener con la máxima gentileza y distinción la imagen de la comunidad. Con el paso del tiempo, las funciones destinadas al oficio de conserje o portero se han visto sustituidas por la contratación de servicios externos, cuya eficacia y rapidez han convertido en muchos casos en innecesaria la presencia de estas clásicas figuras del mundo laboral.

Si bien los trabajos de limpieza aglutinan la mayor parte de las tareas que suelen llevarse a cabo desde el ámbito de la conserjería, lo cierto es que gracias a la variabilidad de soluciones que ofrecen las empresas de saneamiento el abanico de solicitudes es mucho más amplio y preciso. Desde la contratación de servicios de jardinería para podar los árboles del jardín comunitario hasta la petición de personal para recoger y repartir la correspondencia de cada uno de los vecinos. Cualquier acto relativo a la comodidad o al confort de sus habitantes puede tener cabida dentro de las prestaciones a acordar.

Además de dedicarse a tareas tan habituales como los pequeños arreglos de la instalación eléctrica, el cambio de bombillas, la restauración de vallados o el mantenimiento de la pintura de las zonas comunes, el conserje contratado también puede funcionar como asistente para mejorar la seguridad del inmueble. De este modo, la persona seleccionada se encargará de abrir y cerrar la portería y controlará en cada momento el acceso al recinto de la comunidad, ejerciendo rigurosos exámenes sobre aquellas personas ajenas al edificio.