Chorro abrasivo para pulir superficies
Artículo revisado por el Comité
Constituye un método ideal para mantener la higiene del pavimento, aunque deben tenerse muy en cuenta las cantidades a utilizar antes de aplicar este tipo de artículos.
Debido a su combinación puntual con productos como la arena, esta técnica de limpieza ha adquirido el archiconocido nombre de sandblast. Un apodo que da a conocer su gran efecto pulidor y que, además, le sitúa como uno de los métodos utilizados con mayor eficacia a la hora de procurar sacarle brillo al suelo.
La función de estas sustancias es básica y sencilla, ya que gracias a su composición consiguen erradicar todas aquellas partículas que, con el paso del tiempo, se han secado y endurecido sobre el pavimento. Tanto su efecto granulado como su aspereza actúan eficazmente contra este tipo de residuos, aunque en función de su grado de dureza pueden afectar en mayor o menor medida al deterioro del material que está siendo limpiado. Los papeles de lija o las esponjillas de nylon metálico constituyen productos de higiene abrasivos, del mismo modo que algunos quitamanchas de metal contienen en su estructura sustancias abrasivas más finas y delicadas que el sílice, que configura uno de los pulimentadores más utilizados.
Los equipos de limpieza conformados por chorros de abrasivo pueden ser altamente eficientes para la preparación de superficies destinadas a ser revestidas, así como para la eliminación de manchas profundas o la erradicación de contaminantes. Sin embargo, elegir el abrasivo más adecuado para cada tipo de área, suelo o pavimento es fundamental para evitar que se produzcan problemas de desgaste o malos rendimientos.
La arena sílica, uno de los productos más económicos, es ideal para ejecutar trabajos en exteriores. No obstante, debe tenerse en cuenta que no puede reutilizarse más de dos veces y que debido a su fragilidad genera mucho polvo de sílice, que puede resultar tóxico para los trabajadores si no se toman las medidas de seguridad adecuadas.
De la fundición de metales como el cobre y el níquel o de los residuos recuperados de las calderas de carbón se obtiene la escoria de cobre, que presenta una gran capacidad de limpieza gracias a sus partículas duras y angulares. Sin embargo, aplicada en zonas delicadas e inadecuadas, resulta altamente cortante, por lo que las partículas de cobre pueden llegar a instalarse en las grietas o hendiduras de nueva creación.